Mikel Ciáurriz

Bill Hillman se disculpa por responsabilizar a dos británicos de su cornada

El 9 de julio el escritor estadounidense Bill Hillmann fue corneado en el encierro de Victoriano del Río por un toro rezagado de la manada, de nombre “Brevito”. La historia fue noticia, no solo por ser uno de los dos corneados de aquel día, sino también porque el escritor era autor de un libro acerca de los encierros de Sanfermin: “Cómo sobrevivir en el encierro de Pamplona”.

Ayer, miércoles, el propio Hillmann, que escribe habitualmente en Facebook posts acerca del encierro del día 9 de julio y de los encierros y Sanfermin en general, creó polémica entre sus seguidores con una publicación. En ella responsabilizaba a dos británicos de camiseta azul de provocar su cornada, al ponerse ambos en su camino y hacerle caer al suelo en el tramo del Callejón, donde se produjo la cogida. “Se pusieron en mi camino cuando estaba llevando al toro y entonces uno de ellos me empujó fuerte haciendo que cayera de espaldas”.

Uno de sus seguidores, sin embargo, le acusó de ser malintencionado al inculpar a los dos chicos de su cornada y se puso en contra de la postura del escritor. Este comentario levantó una gran polvareda y provocó varios comentarios de diferentes usuarios y del propio Hillmann, que no hicieron sino avivar la polémica.

Ante el cariz que tomaban los acontecimientos, el americano trató de explicarse argumentando que no pretendía arremeter contra ellos, solo apuntar que se notaba que eran corredores inexpertos y que al ver acercarse al toro entraron en pánico y reaccionaron con instinto de supervivencia. De hecho, prefirió no seguir debatiendo hasta encontrarse más tranquilo: “He arremetido contra ellos. No debería haberlo hecho. Voy a evitar hablar de ellos hasta que me tranquilice”.

A las pocas horas, más calmado, Bill Hillmann escribió un nuevo post con el que se disculpaba y daba por cerrada la polémica creada por su publicación: “Escribí antes algo por culpa de la ira y la indignación. Lo lamento. No culpo a nadie por lo que me pasó. Durante el encierro se viven momentos de mucho pánico y no es culpa de nadie”.

Para conocer la historia completa, podéis seguirla en el Facebook de Bill Hillmann.

Solo queda un ingresado de los heridos en los encierros

El corredor estadounidense herido el día 8 de Julio, con iniciales T.H, recibió ayer, día 29 de Julio, el alta hospitalaria. El americano sufrió una contusión torácica y múltiples fracturas costales que han hecho que permanezca ingresado desde el día del segundo encierro hasta ayer. Por tanto, a día de hoy solo queda ingresado el australiano corneado en el encierro de los Miura del día 14 de Julio, que permanece en traumatología y está estable, pero aun no está fijado el día del alta.

Dos heridos por los encierros continúan ingresados

Foto Juantxo Erce

Según el parte de heridos ofrecido por el Complejo Hospitalario de Navarra hace unos minutos, solo dos heridos en los encierros de Sanfermin permanecen ingresados a consecuencia de las heridas. Permanecen ingresados el americano T.H., con un traumatismo torácico desde el encierro del 8 de julio, y el australiano J.G. heridos en el último encierro.

Ha recibido el alta última hora de ayer el corredor E.G.E., burladés de 21 años, herido por asta en el encierro del día 14. En los últimos días han abandonado también el hospital F.E., pamplonés de 46 años, herido por asta en el encierro del día 10; el americano Bill Hillmann, que se recuperaba de una cornada en el muslo derecho del día 9 de julio (fotos); el valenciano J.R.P. con otra cornada en el tórax ese mismo día (video); y el, también valenciano, V.O.M. que se rompió la tibia y el peroné el día 7.

Dos corredores con una triple cornada

Foto: Juantxo Erce

De los tres corredores heridos por asta de toro en el encierro de Miura de hoy, dos presentan triples cornadas de carácter grave. Se trata del australiano J.B., de 26 años, y el joven de Burlada (Navarra) E.G.E., de 21.

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El australiano J.B., de 26 años, cogido en Mercaderes y Estafeta

El primero de ellos, australiano, presenta 3 heridas por asta: una superficial –a pesar de las dramáticas imágenes– en el muslo de la pierna izquierda, que ha sido tratada con cirugía plástica, otra en la zona torácica y otra en la zona abdominal. Ningún órgano vital se encuentra afectado, por lo que su vida no corre peligro.

El burladés de 21 años también se encuentra grave tras ser cogido en la zona del glúteo -foto inferior- y en ambos muslos, pero en ambos casos sus vidas no corren peligro.

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El burladés E.G.E., de 21 años, corneado en Estafeta

El tercer corneado es otro australiano, herido en Estafeta, que responde a las iniciales J.M., de 24 años. Tiene una herida leve por asta en el muslo derecho y ya ha recibido el alta.

Además, otros 4 corredores han precisado ser trasladados a centros hospitalarios por traumtismos de diferente consideración, pero ya han sido dados de alta.

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SECUENCIA DE IMÁGENES DRAMÁTICAS DEL ENCIERRO DE HOY

Secuencia completa de la cornada de Mercaderes

Las escenas del encierro de Miura fueron dramáticas, especialmente en lo que se refiere al joven que fue corneado justo al inicio de la calle Estafeta y que, según las primeras valoraciones, presenta tres heridas por asta (Ver información del parte de heridos). Tal y como muestra la secuencia de Juantxo Erce e Iñaki Vergara, la manada resbaló en la curva, a pesar del antideslizante, y uno de los toros quedó tumbado en el suelo. Y a partir de ahí se desató el drama.

El toro se giró a la derecha, donde un grupo de mozos venían corriendo y enganchó en la pierna izquierda a uno de ellos. Ya con la piel desgarrada, el joven logró huir y girar hacia Mercaderes en sentido contrario para buscar refugio detrás del vallado. El toro le dio alcance y volvió a engancharle. Finalmente, pudo pasar al otro lado del vallado, ayudado por otros corredores y un agente de policía municipal. Su pronóstico es grave.

*Nota. La secuencia completa no incluye 7 imágenes que, por su especial dureza, Sanfermin.com ha decidido no publicar.

SECUENCIA FOTOGRÁFICA: Juantxo Erce

SECUENCIA FOTOGRÁFICA: Iñaki Vergara

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Pánico con Miura en la curva de Mercaderes

Los Miura han protagonizado un último encierro con mucha tensión, causada por un toro rezagado que se cayó en la curva de Mercaderes, que provocó el pánico en ese tramo y en Estafeta y al que ni los pastores ni los mozos conseguían atraer y guiar hacia la Plaza de Toros.

El encierro ha tenido una duración de cuatro minutos y 57 segundos debido a este percance. La ganadería de Miura ha comenzado la carrera sin problemas, hermanada hasta la curva de Mercaderes y sin ningún amago de embestida como ha ocurrido en otros encierros de este año. Sin embargo, ya en la Curva, un toro se ha resbalado y ha quedado rezagado del resto, provocando el peligro. Un mozo ha sido embestido varias veces por este toro, e incluso al intentar escapar hacia la calle Mercaderes, el toro le ha seguido para continuar con las embestidas.

Este corredor ha recibido una cornada por asta. A partir de ese momento, y mientras sus hermanos ya estaban entrando en la Plaza, el sexto toro se ha desorientado y ha retrocedido varias veces, sin que los pastores pudieran llamar su atención hacia el recorrido. La tensión y el peligro han terminado cuando el toro se ha juntado con los cabestros de cola y se ha unido a ellos para entrar a la Plaza de Toros.

MÁS INFO Y FOTOS DEL ENCIERRO DEL 14 DE JULIO.

SECUENCIA DE IMÁGENES DRAMÁTICA EN LA CURVA

PARTE DE HERIDOS

 

Corredora herida en el encierro

La ganadería de Adolfo Martín ha dejado hoy varios heridos leves por golpes y ningún corneado, por lo que poco más se podría añadir sobre el séptimo encierro. Sin embargo, uno de esos heridos es una mujer irlandesa, y a pesar de que no debería ser aún así, el hecho de que una mujer corra un encierro y sea herida sigue siendo noticia. K.M, la mujer de 28 años procedente de Portdown (Irlanda) tiene un traumatismo craneal y ha sido de alta a última hora de la mañana.

Cada vez son más las mujeres que se animan a correr un encierro y vivir esta experiencia tan emocionante de Sanfermin. No ha habido durante muchos años presencia de mujeres corredoras, pero un encierro no entiende de sexos. Uno de los argumentos era la menor fuerza física de las mujeres, pero la fuerza física no es lo más importante, sino sobre todo la preparación, el escoger un tramo ventajoso para el corredor y la inteligencia durante la carrera.

Hasta ahora cuatro mujeres han salido heridas por asta de toro: Anne Karlin Kvan (NOR) el 8 de julio de 1991, Jennifer Smith (USA) el 7 de julio de 2001, Elinzey Sain (USA) justo un año más tarde y J.E (AUS) el 14 de julio de 2013.

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Pinchazo en el culo

A pesar de que en el encierro de hoy no se han registrado cornadas, varios jóvenes han estado muy cerca de llevarse una herida por asta. Uno de los que más cerca lo tuvo fue un corredor en el tramo final de Estafeta. El toro, tras rasgar el pantalón de otro joven, fijó su cuerno en el culo del corredor con camiseta verde. Durante unos instantes, el toro apretó su asta, pero sin llegar a herirle y ni siquiera, a tenor de las imágenes, rasgarle el pantalón. Lo que sí se llevó fue un buen golpe tras caer al suelo, aunque el toro de Adolfo Martín no llega a pisarle.

Fotos: Iñaki Vergara

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“Tío, tú eres mi ángel”

“No me gusta nada correr”, afirma Bill Hillmann postrado en una cama del hospital de Navarra donde se recupera de la cornada que sufrió el pasado día 9. El toro se llamaba Brevito, el número 2 de la ganadería Victoriano del Río, famosa por la velocidad que alcanzan sus astados. La habitación parece un estudio de televisión. Los medios de comunicación quieren contar esta historia porque tiene mucha tela. En este caso, el corneado es un escritor estadounidense de 32 años, coautor del libro cuyo título en español sería “Cómo sobrevivir en el encierro de Pamplona”. Todo un guión para una película.

Bill sonríe campechano. Suena el teléfono de la habitación. Llaman de la CNN, el canal americano. Quieren conectar con él en directo para transmitirlo por televisión. Se corta. Vuelven a llamar. Bill responde con la paciencia de un manso. El único hilo de contacto con el exterior es el teléfono del hospital. Estos Sanfermines le han robado el pasaporte y el portátil, y su móvil americano no funciona en España.

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Ya ha relatado unas cuantas veces la cogida. Por activa y por pasiva. Sin rechistar. No ha cambiado de postura desde hace rato porque al menor movimiento la pierna derecha le recuerda que está malherida. Acaba de entrar Jim Hollander, un fotógrafo neoyorquino que viene a Pamplona desde hace muchos años para inmortalizar la Fiesta. Esta vez no fue él quien retrató la cogida de su conciudadano, pero ha ido a visitarle. Me dice que “Bill es un gran escritor” y me enseña un retrato que le hizo en Cuéllar al nombrarle embajador de la fiesta taurina en esa localidad. Charlan unos minutos. Ambos pertenecen a esa tribu de guiris adictos al encierro y a los Sanfermines.

Varias cadenas de televisión, una emisora de radio, dos de sus amigos más cercanos, las trabajadoras sociales del hospital, la señora que limpia la habitación, las enfermeras… han desfilado en procesión. Espero y por fin consigo hacerme un hueco para estar a solas con él. Le noto cansado. Han traído la comida así que le ayudo con la logística. Su mujer se ha ido a descansar tras pasar la noche con él. Bill come con apetito. Dice que le encanta la comida española. Saco la libreta con pudor. Este hombre debería descansar… Se abre la puerta. Cielos, otra visita.

Entran tres hombres corpulentos y una mujer. Les digo que Bill está agotado pero, claro, quieren saludar a su amigo. Hablan inglés con acento americano. Bill les recibe con alegría. Guardo la libreta y escucho. Ellos también sufren la enfermedad sanferminera: no fallan en la fiesta ni un solo día. Uno de ellos fue corneado hace años en un encierro. Otro lleva un ejemplar de la novela que acaba de publicar Bill, “The old neighborhood” (El viejo barrio), para que se lo dedique. ¿Lo tendría por casualidad en la maleta junto con sus pantalones y camisetas blancos o lo habrá comprado ayer en Amazon? Bill coge un bolígrafo y le escribe algo en la primera página… escribe y escribe… muy concentrado… quizás sea lo primero que ha escrito tras la cornada y por eso se lo toma con calma.

Sus amigos se marchan y yo también me dispongo a hacerlo. En realidad, mi misión ha terminado hace rato: le he traído un portátil para que siga contando historias en su periódico, el Chicago Tribune, o anote sus primeras impresiones tras la cornada, el lío que se ha montado, etc. Ideas no le faltarán. El portátil me lo ha dado Mikel Ciaurriz, uno de los fotógrafos de Sanfermin.com, el autor de la fotografía que ha dado la vuelta al mundo y que, además, ha generado la bonita historia que me ha traído hasta el hospital.

¿Qué sucedió? Tras recoger en imágenes la cornada que logró captar, Mikel sintió que aquello podía ser muy grave, que el pitón rozaba la arteria femoral. Se acercó a él mientras el equipo de Cruz Roja lo atendía. Buscó la cara de Bill. Se encontraron con la mirada. Bill le hizo el gesto de OK con las manos y Mikel le respondió con el mismo gesto. Pura empatía. Horas después, se volvían a encontrar en el hospital: Bill reconoció enseguida a Mikel, que se acercó a ver cómo estaba y si necesitaba algo. “Eres mi ángel, tío”, fue casi lo primero que le dijo Bill. Y lo fue: le prestó su teléfono para llamar a sus padres y decirles que estaba OK.

Bill parece muy feliz cuando le muestro el portátil. Todavía no cuenta con la conexión a Internet pero al menos podrá escribir. Insiste en que hablemos, que lo entreviste y tiemblo porque se han agotado las pilas. Me gustaría que nuestra conversación fuera un relajante antes de la siesta, aunque me temo que el teléfono seguirá sonando porque es la hora en que Estados Unidos se despierta. Allá voy, con mis ‘banderillas’.

¿Tus padres ya saben que estás bien?
Sí. Gracias a que Mikel, el fotógrafo, me dejó su teléfono. ¡Él me salvó!

¿Qué pasó entre vosotros?
Cuando me atendían los equipos de emergencia, yo le estaba mirando. Mientras, pensaba que seguía vivo, que simplemente me había cogido el toro, que no estaba loco. No quiero que nadie piense que estoy loco, que tengo miedo… La forma en que él me sonreía y me miraba era parte de aquel momento, y yo le quería transmitir que dijera a la gente que estaba bien. Me encantó. Sentía ganas de gritar en español “amo a los toros”, pero sangraba un montón y bueno, no lo hice, pero daba gracias por haber corrido y estar vivo.

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De las primeras visitas que recibiste fue la de Mikel Ciaurriz.
Sí, la primera. Estaba solo en la habitación porque mi mujer se había ido a buscar a nuestros amigos. Cuando entró, lo reconocí enseguida. Luego me enseñó las fotos y eso me ayudó a entender qué había sucedido, cómo me empujaron, cómo caí. Fueron las primeras imágenes que veía, y fue muy importante para mí, muy sanador. No podía creerlo que un perfecto extraño se portara así conmigo. ¿Qué necesitas? Me preguntó. Y yo sólo pensaba en mis padres… Le dije “me gustaría hablar con mis padres”. Y no lo dudó, me ofreció su teléfono, “dime el número”. Eran las 6 de la mañana en Chicago, mis padres se iban a despertar y verían las noticias. Me daba mucho apuro, pero acepté. No quería que se preocuparan. Sabía que si me escuchaban se iban a tranquilizar. Fue un regalo, el regalo más precioso de toda esta historia. Es un hombre increíble.

¿Qué echas de menos en este momento?
La Fiesta, los Sanfermines, ¡me los estoy perdiendo! Yo no quiero ver el encierro por televisión sino correrlo, y siento no poder estar ahí con mis amigos. Llevo viniendo cinco años y me quedo durante todos los días de las fiestas.

¿Te sientes inspirado para contar nuevas historias sobre el encierro? ¿Te rondan ya ideas en la cabeza?
Sí, sí, mi periódico, el Chicago Tribune, ya me ha pedido que escriba algo y estoy dándole vueltas. Ahora que ya tengo ordenador podré trabajar en ello, eso es genial. Tengo muchas ganas de escribir.

Después de Pamplona, ¿regresas a Estados Unidos?
No todavía, quizás vayamos a Marruecos, no sé, dependerá de cómo esté mi pierna, si puedo cargar con el equipaje, moverme…. En agosto viajaremos a Londres para presentar mi novela. Allí mi amigo, el escritor Irvin Welsh, me ha organizado un montón de eventos. Él es muy reconocido en su país y me está ayudando un montón, somos muy buenos amigos.

¿Cuándo escribiste esa novela, “The old neighborhood”?
La empecé hace casi diez años y la reescribí muchas veces para intentar mejorarla. Ha sido publicada hace unos meses.

Este año también has publicado un libro en formato electrónico sobre los Sanfermines, junto con otros tres autores, “How to survive in the running of the Bulls”.
Sí, lo hemos escrito entre cuatro y también participa un fotógrafo, Jim Hollander, que acaba de visitarme. Joe Distler, que es un corredor del encierro increíble, John Hemingway, el nieto del Premio Nobel, y Alexander Fiske-Harrison, que ha coordinado todo el proyecto.

¿Cómo es eso de escribir en grupo?
El libro lo dividimos en cuatro partes. Yo escribí el capítulo sobre el encierro, cómo correr, qué debes tener en cuenta, que no te pillen los toros… cosas así (se ríe). John habla sobre la pasión de su abuelo, Ernest Hemingway, por los Sanfermines. Joe cuenta cómo era históricamente el encierro, los primeros corredores… Alexander hizo el trabajo más difícil, que es unir y dar forma al libro, editarlo, divulgarlo y darlo a conocer. El alcalde de Pamplona ha escrito la presentación y algunos corredores de aquí, como Jokin, Josetxo y otros, aportan sus consejos para correr el encierro. Ha sido un trabajo de cooperación muy bonito.

En las fotografías de tu cogida se ve que calzabas unas zapatillas que parecen calcetines con dedos. ¿Son las famosas ‘barefoot’ (descalzo)?
Sí, siempre corro con ellas porque me encantan, son muy cómodas y muy ligeras. Estas las tengo desde hace tres años, las uso para correr y para hacer ejercicio.

¿Han sobrevivido al accidente?
Creo que sí, ahora mismo no sé donde están todas mis cosas, pero sé que sobrevivieron.

¿Has leído Fiesta, de Hemingway?
Sí, fue el primer libro que leí. Era un mal estudiante de pequeño. Tenía ya veinte años y cuando lo terminé sentí el deseo de escribir y contar historias. Pensé: “quiero ser escritor, quiero ir a España y quiero correr con los toros”.

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Suena el teléfono. Bill responde amable. Es Michael, un amigo. Le dice que vuelva a llamar en unos minutos porque ahora le están entrevistando y que estará encantado de que le visite en el hospital.

Al escribir el libro, ¿pensaste que alguna vez podrías ser cogido por un toro?
Sí, siempre he pensado que podría sucederme. El peligro está ahí, puedes fallar, y con los toros nunca se sabe. Pero he tenido mucha suerte porque no ha sido grave.

Como escritor, debes tener una mirada especial a la hora de contar qué vives corriendo el encierro. ¿Qué pasa dentro de ti justo antes del encierro?
Es increíble. Siento miedo, esperanza… dudo de mí mismo, de si tendré habilidad… y también un sentimiento de hermandad y de amistad, cuando veo a mis amigos, ¡aaahhh!, y chocamos las manos y nos deseamos “suerte”, y sabes que ellos están contigo y tú con ellos, porque nos sentimos todos del mismo modo… todo pasa en unos minutos pero se repite al día siguiente… Es maravilloso.

¿Y durante la carrera?
Mientras corres, sientes mucha prisa, mucha excitación, ¡hay tanta gente!… Los mejores encierros para mí son los que consigo tener una visión focalizada, lo cual es difícil, porque hay miles de personas intentando hacer lo mismo, y algunas saben de qué va eso, pero otras muchas no. Y de pronto llega esa manada de animales feroces, con sus pisadas tremendas, yo lo llamo un “toro-caos”, en ese momento tratar de concentrar la mente en tu carrera no es fácil.

¿Qué sucede cuando notas a los toros a tu lado?
Es una sensación fantástica, sientes mucha fuerza, y cuando logras acercarte al toro y el toro te acepta, y corre contigo… es alucinante. Yo espero todo el año para sentir eso todos los días del encierro.

¿Cómo decides a tanta velocidad?
Lo complicado es predecir, en milésimas de segundo, qué hará el toro, cómo se moverá. Miras atrás y a veces escuchas el bramido del toro, que suena impresionante (lo imita con sonido aaaaaaaaaa) otras veces sólo se escuchan las pisadas (chun, chun, chun), con su ritmo aplastante pero calmado. Unos se caen, otros se empujan… Los toros pueden reaccionar de manera totalmente sorpresiva. El toro que me cogió iba tranquilo, lo sentí que corría conmigo, y de repente soltó un bramido, uaaaaaa. Si hubiera visto que tenía detrás a otro corredor, no hubiera reaccionado como lo hice, pero él quería protegerse del peligro también, y en su intento me empujó a mí, caí… y el toro me embistió.

Bill resopla cuando termina de contarlo, como si acabara de correr.

Y cuando termina la carrera, ¿también sientes esa fuerza, ese poder?
A veces, muy pocas, siento ese poder, cuando sé que los toros están conmigo. Es más que poder, siento que soy parte del animal, que estamos juntos, que todo irá bien, es como decir “vamos”. Después te llega una inmensa alegría, lo ves por la tele y dices ¡uau!, qué adrenalina. Pero si no ha ido bien, me quedo fatal, me da mucho bajón.

¿Qué es irte mal, cuando no logras ponerte delante de los toros?
Sí, es descorazonador. Me entran dudas, pienso que he fracasado, que quizás no pueda volver a correr.

Suena el teléfono de nuevo, esta vez desde Chicago. Les pide que llamen en 10 minutos.

¿Sueles correr de forma habitual? Me refiero durante el año.
No, de hecho, odio correr, me cansa, me aburre… Lo único que me hace correr son los toros. Mis piernas son demasiado grandes, me pesan los brazos… No es divertido para mí.

¿Practicas algún deporte?
He jugado al fútbol americano, he sido campeón de boxeo, y a veces hago ejercicio. He tenido que dejar el boxeo porque me produce adicción.

¿Correrás de nuevo?
Sí, eso espero. Iré a Cuéllar en agosto e intentaré correr.

¿Recuerdas la primera vez que pensaste en los toros?
Había visto algún video sobre el encierro, pero poca cosa. Donde descubrí a los toros fue leyendo “Fiesta”. Eso me enganchó. Cuando supe que esa fiesta seguía viva como en ningún lugar del mundo, vine a Pamplona y se convirtió en una obsesión.

Termino. Le explico todo lo que va en la maleta junto con el portátil, el cargador, los auriculares sin estrenar que le ha metido Mikel… y pongo el material a buen recaudo para que no se caiga entre tanto lío. Salgo con la sensación de haber vivido un encierro… por dentro.

Ocho heridos de encierros anteriores permanecen ingresados

El Complejo Hospitalario de Navarra ha informado este mediodía de la situación en las que se encuentran los heridos de los encierros.

De los heridos en el encierro de Jandilla de hoy, cinco han sido ya dados de alta a lo largo de la mañana y dos permanecían al mediodía en observación por sendos traumatismos craneales, aunque su estado no reviste gravedad.

En cuanto a los heridos de encierros anteriores, y tras el alta recibida por el cascantino corneado el día 7, ocho de ellos permanecen ingresados, todos ellos con evolución favorable dentro de la gravedad. Entre ellos, los que tienen heridas más serias son el guipuzcoano de 34 años y el americano de 23, que sufrieron fracturas costales y hemoneumotórax los días 7 y 8, respectivamente; el valenciano de 35 años con una triple cornada en el tórax el día 9; y el pamplonés de 54 años que ayer se fracturó la cadera con los Garcigrande.

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