Hemingway en Sanfermin

El escritor norteamericano Ernest Hemingway universalizó las fiestas de Sanfermin y las hizo mundialmente conocidas gracias a sus visitas y a su novela "The Sun also Rises"

Hemingway y Sanfermin

Ernest Hemingway nació en Estados Unidos, en Oak Park (Illinois), en 1899, y murió en Ketchum (Idaho), un dos de julio de 1961, con las entradas para la Feria del Toro de Sanfermin en su mesilla. Hemingway vino a Sanfermin en 1923 por primera vez y en 1959 por última. Días antes de morir, llamó personalmente al Hotel La Perla para anular su reserva para ese año. En 1953 había ganado el prestigioso premio Pulitzer y al año siguiente, en 1954, consiguió nada menos que el premio Nobel de Literatura. Al morir –se suicidó– dejó cinco obras sin publicar y 3.000 páginas de manuscritos.

Hemingway escogió el periodismo como vocación y profesión, y publicó sus primeros textos en el periódico Kansas City Star. Era un joven que falsificó su edad para huir de casa y así alistarse de voluntario en la Primera Guerra Mundial como conductor de ambulancias. Resultó herido y volvió a su país. Visitó Pamplona por primera vez en 1923, y luego volvió en nueve ocasiones más.

Dibujo de Kukuxumusu con corredores y toros corriendo juntos por estafeta

A la hora de hablar de Hemingway y su relación con Pamplona, hay que recordar las palabras de Jerónimo Echagüe, experto corredor de encierros, amigo y compañero de juergas del escritor: «No llegará el día en que Pamplona será capaz de admitir y reconocer el bien que Hemingway ha hecho a Pamplona. Aquí los extranjeros no vienen a colonizarnos, como sucede en otros lugares, sino a integrarse en nuestras fiestas, eso lo estamos viendo todos los años, aunque siempre habrá excepciones.»

1923 a 1929: de París a Pamplona en busca de inspiración

En 1923 visita Pamplona por primera vez: era redactor del diario Toronto Star y vivía en esa época en París, donde conocía, entre otros, a Picasso y al escritor James Joyce.

En su primera visita a Pamplona, Ernest Hemingway busca material para terminar una serie de doce reportajes breves. La impresión que recibe de Sanfermin, especialmente de la corrida de toros del 13 de julio, es muy buena, y así lo refleja en su reportaje para el Toronto Star que se publica el 23 de octubre de 1923, y en su propia obra literaria.

Al año siguiente, viene por segunda vez; lo acompañan su primera mujer, Elizabeth Hadley, y un grupo de amigos, entre ellos, Donald Ogden, Robert McAimon y John Dos Passos. En esa visita conoce a Juanito Quintana, dueño del Hotel Quintana donde se hospedó en varias ocasiones, corre el encierro por primera vez y es testigo de la muerte de un corredor, Esteban Domeño. Se extiende el falso rumor de que Hemingway y su amigo Donald Ogden han sido heridos en el encierro, y salen en las portadas de periódicos de todo el mundo.

En 1925 acude de nuevo a Pamplona con la idea de recoger material para escribir una novela, animado por su amiga la escritora estadounidense Gertrude Stein, que también residía en París. En esos sanfermines Hemingway presenció el regreso de Juan Belmonte al toreo y descubrió al torero Cayetano Ordóñez, a cuyo arte se enganchó. Durante esas fiestas comenzó a escribir la novela “The Sun Also Rises”, que en su versión castellano se tituló “Fiesta”.

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EL Toronto Star Publicó que dos jóvenes escritores americanos habían sido cogidos por el toro en Pamplona. 

Esa novela vio la luz en octubre de 1926, editada por la editorial neoyorquina Charles Scribner’s Sons, y supuso un antes y un después para las fiestas de Pamplona. Está considerada como la primera obra importante del autor. En julio de ese año, Hemingway había disfrutado de sus cuartos Sanfermines: como anécdota, probó el ajoarriero, un plato típico de la cocina navarra, en Casa Marceliano, y le fascinó. También vio en la plaza de toros cómo fracasaban ‘El Niño de la Palma’, apodo con el que llamaban a su admirado Cayetano Ordóñez, y lo relató en su obra “Muerte en la Tarde”.

En 1927 Hemingway vuelve a Sanfermin y vive la fiesta totalmente integrado. Viene con su segunda esposa, Pauline Pfeiffer, una periodista que les había acompañado a Pamplona en las visitas anteriores. Como buen conocedor de la fiesta, frecuenta Casa Marceliano, la terraza del Café Iruña y los salones del Hotel La Perla. De ese viaje recoge para su obra “Muerte en la Tarde”, publicada en 1932, la impresionante corrida de toros que vio el 14 de julio, con la faena del matador gitano Joaquín Rodríguez Ortega, apodado ‘Cagancho’, cuyo estilo de toreo hizo de él un personaje de leyenda.

Dos años después, en el fatídico 1929, Hemingway llega en coche desde París junto con su esposa Pauline. Fernando Hualde cita en su obra “Cien años y una huella” una historia que cuenta Eustaquio Ardanaz, antiguo empleado del Hotel Quintana. Según este relato, cuando Pauline dormía, el escritor apareció en la habitación bastante borracho y junto con dos chicas. Al poco rato las dos mujeres salieron corriendo, escapando del escritor mientras éste las perseguía dando gritos y en calzoncillos. Al día siguiente su amigo Juanito Quintana, el dueño del hotel, tuvo un serio encontronazo con el escritor, al que llegó a amenzarle con echarlo de su establecimiento.

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EL Toronto Star Publicó que dos jóvenes escritores americanos habían sido cogidos por el toro en Pamplona. 

1931, se empapa de la cultura taurina y simpatiza con la II República

Con la proclamación de la II República Española, en 1931, el Hotel Quintana cobró protagonismo en la escena política ya que su dueño era republicano. Hemingway simpatizaba con la causa republicana y volvió ese año a Sanfermin, de nuevo con su mujer Pauline, y también su hijo (existe una foto, tomada durante una corrida de toros, que lo atestigua).
Hemingway trabajó especialmente en adquirir vocabulario taurino suficiente para el borrador de “Muerte en la tarde”, un ensayo sobre las corridas de toros.

En esa ocasión su paso por Pamplona fue más discreto. Afianzó su amistad con Juanito Quintana, con quien charlaba durante horas acerca de política y del ambiente que generó la II República, de la que ambos eran simpatizantes. Los años siguientes Hemingway dejó de venir a Pamplona: el giro político que dio España, la Guerra Civil, su trabajo y el cierre definitivo del Hotel Quintana motivaron, entre otras razones, su ausencia hasta 1953.

En 1953 regresa y se hospeda en la 217 del Hotel La Perla

Tras 22 años de asusencia de Hemingway, las fiestas de Sanfermin siguen igual pero había muchos más extranjeros que seguían el rastro de «Fiesta» En 1953, Ernest Hemingway regresa a Pamplona después de veintidos años de ausencia. La experiencia de la Guerra Civil y sus ideas políticas, afines a la República, le hicieron desconfiar en su regreso a España, pero no tuvo problemas. Hemingway se reunión de nuevo con su gran amigo Juanito Quintana, que ya no regentaba el hotel pero que había vuelto de su exilio en Francia.

El autor viajó con su cuarta mujer, Mary Welsch. Aconsejado por su amigo Quintana, se alojaron en Lecumberri, un pueblo a 40 kilómetros de Pamplona. Estar tan alejado de la fiesta no le debió gustar a Hemingway y, como no tenía problemas de dinero, decidió irse a Pamplona el mismo 7 de julio y hospedarse en la habitación 217 del Hotel La Perla, un lugar que él ya conocía porque en él se vestían los toreros antes de la corrida.

Ese año vio torear a Antonio Ordóñez, hijo de su admirado Cayetano, y se quedó fascinado por su actuación. Esa misma noche, cenaron juntos en el restaurante Las Pocholas. También se cuenta que el 7 de julio, según relata José María Iribarren en su libro «Hemingway y los Sanfermines», después de la Procesión, el escritor entró hasta la capilla de San Fermín y le rezó devotamente. Más tarde, Octavio Aparicio le preguntó en una entrevista quién le parecía el pamplonés más interesante, a lo que Hemingway respondió: “San Fermin”.

En 1956 una caja de notas cambió sus planes

En 1956 no hay evidencias de que Hemingway acudiera a Sanfermin, pero pasó en septiembre por Pamplona para recoger a Juanito Quintana de camino a la Feria de Logroño y comió en Las Pocholas. Quizás ya no le resultara tan sencillo moverse como hasta entonces; además de que ya era un escritor muy famoso, porque había ganado un premio Pulitzer (en 1953) y el Nobel de Literatura (en 1954), su novela “Fiesta” se había hecho muy popular.

De todas maneras, una anécdota ocurrida en Madrid complicó sus planes. Cuando llegó al Hotel Ritz, al registrarse unos empleados recordaron que había una caja a su nombre consignada en una de sus primeras visitas, treinta años atrás. Hemingway encontró en ella numerosas anotaciones manuscritas de épocas anteriores, la mayoría referentes a París. Cuentan que tardó 15 días en procesar todos los datos, y que aquello trastocó sus planes para acudir a Pamplona. Fruto de esas notas nació su obra «París era una fiesta».

Hemingway estuvo en Pamplona en septiembre cuando vino a recoger a Juanito Quintana de camino a Logroño. Se sabe que el 21 de septiembre asistió a una corrida de la Feria de San Mateo en Logroño. Toreaba su amigo Ordóñez, Litri y César Girón. Le acompañaron Mary Welsh, su cuarta esposa, el citado Juanito Quintana, y el piloto de la RAF, mister Rupert Belleville, que había prometido hacerse torero. Visitó los calados del siglo XVI de «Conde de los Andes» en Ollauri -La Rioja-, que actualmente son Bodegas Paternina. Después pasó por Málaga. Ver más fotos.

Hemingway pasó por Pamplona y comió en el restaurante Las Pocholas.

En 1956 Hemingway pasó por Pamplona y comió en el restaurante Las Pocholas. 

1959, todo el mundo quiere hacerse fotos con el premio Nobel

En 1959, Hemingway volvió a habitar la habitación 217 de La Perla. Fueron sus últimos Sanfermines. Después de tres años sin acudir a la fiesta, esta vez lo hizo como premio Nobel por primera ocasión. La experiencia fue muy diferente a ese julio de 1923, en el que descubrió por primera vez la fiesta, aunque reconoció que ambas experiencias fueron gratificantes.

Fernando Hualde califica en su obra «Hemingway, cien años y una huella» que ese año el escritor fue el rey de la fiesta, ya que todo el mundo quería saludarle, hacerse una foto con él y que les firmara un autógrafo.

Vino a Pamplona acompañado de todo un séquito de amigos, entre los que destacaba el matador de toros Antonio Ordóñez, el doctor Vernon Lord, el escritor y guionista de televisión Aarón Hotchner, la jóven periodista Valerie Danby-Smith, y el fotógrafo Julio Oubiña, que en esos días le hizo a Hemingway un amplio reportaje fotográfico a orillas del pantano de Yesa para ilustrar un amplio artículo que le dedicaron en la prestigiosa revista americana Life.

¿Corrió Hemingway alguna vez el encierro?

Fernando Hualde afirma en su libro «Hemingway. Cien años y una huella» que sí, que Hemingway corrió el encierro. Hemingway corrió por primera vez el encierro el 7 de julio de 1924 acompañado de su amigo Donald Ogden Stewart aunque, según el mismo autor, sin un contacto cercano con los toros. A través de «Historia de los Sanfermines», de José María Iribarren, y de testimonios de personas que conocieron a Hemingway, hemos sabido que no corría el encierro sin exponerse. Sin embargo, en el boca a boca callejero se cree que no corrió nunca el encierro, porque tenía bastante miedo. No tenemos testimonios gráficos de que corriera el encierro pero sí, al menos, de que corrió con las vaquillas que se sueltan después de terminar el encierro en la Plaza de Toros. Según la fotografía, que conserva la Biblioteca John. F. Kennedy de Boston, Hemingway no parece muy temeroso.

La instantánea es de julio de 1927, pero podía servirnos para imaginar una escena que dio la vuelta al mundo y que ocurrió tres años antes, el 8 de julio de 1924: una vaquilla volteó a Donal Ogden, Ernest Hemingway la agarró a la vaquilla para ayudar a su amigo y acabó también por los aires. Según Fernando Hualde, en el parte médico de la Plaza de Toros no hay constancia de lesiones ese día, tampoco en la prensa local. A pesar de ello, en el diario Toronto Star se publicó que a Donald Ogden le había roto el toro dos costillas y que a Hemingway lo habían multado por gamberro.

Además, Hemingway envió a United Press la noticia de que habían sido corneados ambos por un toro y la agencia difundió la noticia internacionalmente. A pesar de la falsedad de la información, la repercusión fue notable.

Ese mismo año, el 13 de julio, Hemingway fue testigo de un fallecimiento en el mismo encierro, el primero, el del corredor Esteban Domeño natural de la localidad navarra de Sangüesa. Este acontecimiento le marcó al escritor, y le inspiró para plantear la dualidad entre fiesta y tragedia que luego plasmó en su novela “Fiesta”.

Hemingway, Sanfermin y el cine

Una película sobre la novela “Fiesta” que no fue rodada en PamplonaEn 1956 llegaron por primera vez las cámaras a Sanfermin. Fue con motivo de la adaptación de la novela “Fiesta” (“The Sun also Rises”), de Ernest Hemingway, realizada por Henry King en 1956 (luego hubo otras versiones de la misma novela). Esta película fue rodada en tres lugares diferentes: los estudios de grabación en Hollywood, Pamplona y Morelia, en México.

A Pamplona sólo vino un equipo a Sanfermin en 1955 y grabó todo lo que pudo, aunque sólo fueron planos de recurso ya que ningún actor apareció. En Morelia (México), se adaptaron las calles y la plaza de toros, y allísí acudieron las estrellas protagonistas, Tyrone Power, Ava Gardner y Errol Flynn. La plaza de toros que se ve en la película es la de México, y el resto de escenas se suceden en los estudios de la productora. El público americano no se dio cuenta del cambio, pero Hemingway sí, y se enfadó.

En Pamplona, debido a la censura, no se pudo ver la película hasta 1978. Precisamente el ya fallecido productor del cine americano clásico, Tedy Villalba, Goya de Honor en 2006, ha comentado en varias ocasiones la suerte que tuvieron en la grabación «porque en ese momento estábamos metiendo un gol al Ministerio, haciéndoles creer que estábamos rodando sobre los Sanfermines y, en realidad, eran planos para incluir en la película “Fiesta”, que se prohibió rodar en España».

Una fotografía del restaurante Las Pocholas atestigua este momento, en el que Villalba estaba acompañado del equipo de filmación, junto con el propio Hemingway, el director de cine Orson Welles y los toreros Antonio Ordóñez y Luis Miguel Dominguín. Otro de los filmes en los que se hace referencia a los encierros es el inacabado “El Quijote”, protagonizado por Orson Welles, para lo cual recorría las fiestas más tradicionales. A este respecto el mismo Villalba afirmaba que le tuvieron que dejar negativo de película a Welles porque rodaba con tan bajo presupuesto que se le acababa el material.

La ruta de Hemingway

Sanfermin y Hemingway están muy relacionados y muchas personas siguen la rutas que él mismo hacía en sus visitas a Pamplona por Sanfermin. Recordamos en la ruta especialmente los lugares más destacados aunque muchos de ellos ya están desaparecidos. En la Plaza del Castillo, Ernest Hemingway alternaba por las terrazas de diferentes bares como el Txoko y el Café Iruña (ambos todavía en servicio), y por los desaparecidos Café Bar Torino, Café Kutz y Café Suizo. En la ruta también se incluyen el Gran Hotel La Perla, donde se alojó, y el Hotel Quintana, ya desaparecido.
Además, la ruta nos obliga a desplazarnos hasta los desaparecidos Casa Marceliano, Restaurante Las Pocholas y la pensión de la Calle Eslava donde se hospedó en su primer Sanfermin. Las dos últimas citas de la ruta están relacionadas con el toro. El Yoldi, que era el hotel de los toreros, y allí acudía muchas veces Ernest Hemingway, y por supuesto la Plaza de Toros.
Para completar la ruta de Ernest Hemingway en Sanfermin hay que incluir una escapada a los pueblos y ríos de Aribe, Burguete y Roncesvalles. Una vez llegó a una corrida de toros con las botas de pescar todavía puestas, después de pasar la tarde pescando allí.

El encierro en «Fiesta»

Un fragmento de la primera gran novela del escritor norteamericano narra lo acontecido en un imaginario encierro de Sanfermin. Es sabido y reconocido que Ernest Hemingway es el principal responsable de que las fiestas de Sanfermin y su encierro hayan llegado a tan altas cotas de popularidad internacional, especialmente en Estados Unidos. De hecho, hasta que el escritor norteamericano no conoció, vivió y difundió las fiestas en varios de sus escritos, Sanfermin era un acto festivo casi íntimo, con contadas y esporádicas visitas de gentes llegadas de otros puntos del planeta, generalmente excéntricos aventureros en busca de un espectáculo, el encierro, del que vagamente habían oído hablar alguna vez. Hemingway se encargó de transmitir la buena nueva al gran público. Su primera contribución, en 1926, llegaría con «The Sun also Rises» (editada años después, en 1948, en España bajo el título «Fiesta»).

En «Fiesta» Hemingway esboza durante varias páginas algunos detalles que al escritor le debieron impresionar durante sus primeras visitas a Pamplona, entre 1923 y 1926. A través de sus personajes, el escritor da algunas pinceladas de lo que debió ver y conocer acerca del encierro, por ejemplo, la mortal cornada sufrida por un corredor. El protagonista y narrador de la historia, Jake, es quien informa a un camarero pamplonés de la muerte de uno de los participantes en el encierro a causa de una cornada en la espalda, lo que provoca la reacción del camarero, conmocionado por la noticia: «Mortalmente cogido, todo por deporte, todo por placer», advierte.

Esta escena que recoge la novela pudo estar inspirada en la muerte real del sangüesino Esteban Domeño, fallecido en 1924 tras ser cogido a la entrada de la Plaza de Toros por un astado del Conde de Santa Coloma. Hemingway había estado ese mismo año en Sanfermin por segunda vez, por lo que tuvo que conocer necesariamente el hecho. Es posible que lo trasladara a la novela, publicada sólo dos años después del trágico suceso.

El personaje de Jake lo relata así: «Más tarde supimos que el hombre muerto por el toro se llamaba Vicente Girones y que venía de cerca de Tafalla. Al día siguiente en el periódico leímos que tenía 28 años y que tenía una granja, una esposa y dos hijos. Después de casarse había seguido viniendo a las fiestas cada año».

La novela también se detiene en detalles sobre el funeral y el traslado del cadáver al día siguiente: «Su mujer vino desde Tafalla para velar el cadáver, y al día siguiente hubo un funeral en la capilla de San Fermín. El féretro fue llevado a la estación por miembros de la peña de Tafalla. Los tambores iban delante y también había música de chistus; detrás eran los hombres quienes llevaban el ataúd acompañados de la mujer y los dos hijos. Detrás de ellos marchaban todos los miembros de las peñas de Pamplona, Estella, Tafalla y Sangüesa, que pudieron estar presentes en el funeral».

Igualmente se ofrecen algunos datos sobre el toro responsable de la fatal cornada: «Se llamaba Bocanegra, era el número 118 de la ganadería de Sánchez Tabernero, y fue matado por Pedro Romero. Fue el tercero de la tarde en la corrida. Su oreja fue cortada por aclamación popular y concedida a Pedro Romero, quien, a su vez, se la regaló a Brett».

Algo más adelante, y refiriéndose al mismo encierro, uno de sus amigos cuenta a Jake cómo vio que se formaba un montón antes de entrar en la plaza, cómo alrededor de 20 corredores resultaron heridos y cómo la policía trataba de detener a algunos corredores para que no marcharan hacia un suicidio seguro.

El encierro no vuelve a estar presente en el resto del libro, aunque sí otros aspectos de la fiesta, como la juerga nocturna, el alcohol o las corridas de toros. Hemingway, que se suicidó en 1961, siete años después de obtener el premio Nobel de Literatura, volvió a Pamplona en varias ocasiones más tras la publicación de «Fiesta», pero ya no situó ninguna de sus novelas en las fiestas de Sanfermin.