Llevábamos tantos días de toros aceptables, toreros triunfantes, padillas, presidencias generosas, puertas grandes y orejas a troche y moche, que se nos había olvidado la otra cara la fiesta, la que tiene que ver con toros que no embisten, plazas que se aburren, tendidos de sol que van a su aire y toreros que se esfuerzan porque a lo mejor no pillan otra como esta.
Urdiales tuvo un lote difícil –como el de sus compañeros de terna- pero intentó que no le afectara, se olvidó de que el de enfrente no era toro de triunfo y aún dio algunos pases que arrancaron algún tímido aplauso. Manuel Escribano empezó con ganas, recibiendo a portagayola, y lo intentó con arrojo, pero el primero le buscaba con ahínco y el segundo, que parecía algo al principio, se vino abajo enseguida. Y encima tuvo problemas para matar.
Alberto Aguilar fue el que mejores opciones tuvo, al menos en su primero, el más decente de todos y al que arrancó una faena aceptable que casi nadie reconoció porque ayer era día de pocos reconocimientos. Su segundo fue peor, manso y sin recorrido. Un toro para olvidar. Una corrida para olvidar.
Ficha
13 julio. Adolfo Martín.
Diego Urdiales: silencio y silencio
Manuel Escribano: silencio y silencio
Alberto Aguilar: silencio y silencio
Fotos: Maite H. Mateo
14 julio (18:30 h.) Miura.
Javier Castaño
Luis Bolívar
Esaú Fernández