El físico del toro no podía ser perfecto, sufren un fallo que ha quedado al descubierto: caídos de lado apenas pueden levantarse. En el quinto encierro de los Sanfermines 2016, dos toros, uno negro y el otro cataño, han vivido esta situación y, efectivamente, sin la ayuda de los mozos hubieran tardado mucho más en terminar la carrera.
Los dos toros han resbalado en la bajada del callejón. El negro ha logrado levantarse poco después, pero el castaño no ha gozado de esa suerte y ha permanecido impotente en el suelo. El astado que ya se había incorporado una vez, curioso destino, ha vuelto a tropezar, no sin antes haber dejado su sello taurino en forma de pequeño pinchazo en el cuello de uno de sus compañeros de montón para acabar aplastandolo con su más de media tonelada junto con varios mozos más.
Superado el desconcierto inicial, primero un par de valientes y luego unos cuantos más, con toda la cautela del mundo han tirado de los cuernos de cada animal. La alianza toro-mozo ha dado sus frutos y los astados finalmente se han liberado de su indefensión y han podido terminar la carrera.