Fotos: Juantxo Erce
La curva de Mercaderes siempre ha sido un punto de interés en los encierros de Sanfermin. Hasta que en el 2013 se decidió cubrirlo de antideslizante, eran muy comunes los resbalones de la manada, hecho que hacia ganar en espectacularidad, pero también en peligrosidad. Es cierto que tras esta medida el drama ya no es norma, pero de vez en cuando los sustos son inevitables.
El cuarto encierro de los Sanfermines de 2016 ha vuelto a atraer el protagonismo a esta curva amurallada. Un joven vestido con chaqueta roja intuyendo la venida de los astados de Pedraza de Yeltes, intentó auparse a la chapa que asume el papel de protección, en vez de acudir a los huecos encontrados debajo de ella que expresamente están preparados para huidas de esta índole.
Su error casi torna en tragedia. Momentos antes de llegar a su encuentro, un toro de casi 600 kilos se resbaló y deslizó hasta arrollar al mozo con el nacimiento de su cuerno derecho. No llegó a cornearlo por solo unos centímetros. Toro y corredor hechos uno besaron el suelo y gracias a la torpeza del astado, aquel que cometió el error de buscar la salida por donde no la había, finalmente se deslizó por donde debía, salvándose de un destino mucho peor.