Que la lluvia nos pille bailando

Una semana antes de que empiece Sanfermin, el tiempo es el tema principal de conversación en Pamplona: – ¿Lloverá?; ¿Nos helaremos de frío?; ¡Tanto calor como el año pasado no, por favor! Por eso, las predicciones online son nuestro mejor aliado los días previos a Sanfermin. Las miramos cada cinco minutos, no vaya a ser que en vez de 75% de lluvia, ahora ponga 76,5% y nos amarguemos para el resto del día. La cosa es quejarse.

Pero cuando llega el momento y ves en tu móvil (ese aparato en el que las predicciones del tiempo son tan fiables que a ninguno de tus amigos le aparece lo mismo que a ti), que el tiempo ha cambiado a peor porque antes aparecían dos nubes y una gota, y ahora una nube y tres gotas, te resignas, y sueltas el mantra pamplonica de: “Qué esperabas, esto es Pamplona”. Seamos claros, nunca vas a dejar de salir aunque llueva, granice y haya que ir remando por la ciudad. Sanfermin es una vez al año, y cuando llega, el tiempo pasa a ser secundario.

Y llegó el 6 de julio, y a todos nos dio igual el mal tiempo. Los bares tenían los toldos sacados, y los almuerzos fueron como cada año en las terrazas. Las chicas llevaban el pañuelo atado a la cabeza, cual campesinas, y los más precavidos se sacaron el paraguas. Pero a la mayoría lo que le apetecía era disfrutar de la fiesta, y la lluvia pasó a un segundo plano cuando la sangría, el champán, el vino y la cerveza eran los únicos líquidos que caían del cielo. Y por supuesto, tras el Txupinazo, la tradición de pedir agua en los balcones continuó como cada año, y con más razón.

No mojarse y poder estar seco no ha sido opción estos Sanfermines. Ha llovido prácticamente los 9 días, a excepción del día 13 de julio, que ha sido el único con calor y buen tiempo. Pero la juerga, desde luego, ha sido la misma. Los gigantes y la Comparsa han hecho su recorrido igual, las charangas no han dejado de tocar, los vendedores de gafas tan típicos de las fiestas te ofrecían paraguas si te veían con todo el brazo lleno de sus pulseras y anillos discotequeros, de todas los días anteriores.

En las corridas, los sombreros de goma con forma de toro han sido el paraguas improvisado de la zona de sol. En Labrit, las tres carpas acogían a todo aquel que se apretujase debajo de ellas, siendo el único cobijo a un kilómetro a la redonda… Pero ¿quién necesita porches teniendo un paraguas portátil de colores atado alrededor de la cabeza?

Bailar bajo la lluvia ha hecho de la juerga de este año un momento más para pasarlo bien y no dejar nunca de disfrutar de Sanfermin. Así que, para el próximo año, ya sabéis que decir si el tiempo no acompaña: “Que la lluvia nos pille bailando”.