Fotos: Mónica Sarasa
Más gente. Más juerga. Más diversión. Y menos ganas de que la fiesta termine. Puntual a su cita, el encierro del día 15 –antes llamado encierro de la villavesa- congregó a más gente que nunca. Comentario generalizado era que casi hay ya más gente corriendo en este que en el del día 14.
Los que se resisten que la fiesta termine consiguieron alargarla con un encierro multitudinario que a las ocho de la mañana llenaba la calle Santo Domingo. Y a partir de ahí, lo de siempre. La mítica Spada de Induráin corriendo por el recorrido delante y detrás de los corredores, un San Fermín de broma que volvió a encaramarse en el hueco de la hornacina, y dos únicas incidencias reseñables: el sorprendente ataque a mordiscos que sufrió el santo a manos de una chica y las tres veces que hubo que parar para arreglar la bici. A nadie le importó demasiado que la bici terminara renqueante.
La fiesta fue completa. Pasadas las 10 de la mañana todavía seguía en algunas calles del casco viejo de Pamplona. Ya sabéis, cada cual termina la fiesta cuando y como quiere.