Me he puesto a contar cabezas en esta foto. Pero es un mareo. Calculo unas cien. Podría ser una paella con mogollón de langostinos. Sólo veo dos gambas, quizás haya alguna más, escondida. Una frunce el ceño, la otra enarca las cejas. A saber qué están pensando.
«Apesta a testosterona», dice la rubia. «Quién me manda a mí meterme en esta pocilga», barrunta la morena. Parecen ajenas a la escena machoman rollo ‘Braveheart’ que protagoniza este bicharraco. Un ejemplar fornido en el gimnasio y bien tatuado, como manda la moda. Quizás se estrena en el Txupinazo, porque lleva un bañador y unas estupendas deportivas de marca que dudo mucho las vuelva a calzar. Los que nos sabemos el cuento llevamos unas zapatillas viejas que luego tiramos a la basura.
Esta escena es una de tantas que pueden verse desde un balcón el día 6 de julio, poco antes de las 12 del mediodía, en la plaza del Ayuntamiento de Pamplona. Gambas y langostinos llevan el pañuelo rojo anudado en la muñeca. Es parte del ritual. El traje blanco ha pasado en pocos minutos a un rosa sangría de la barata.
Contamos las horas para el Txupinazo. Hace un calor de infierno. Huele a fiesta por todas las esquinas. Van llegando ‘guiris’ de los lugares más curiosos del planeta. Como los de esta imagen. Pamplona se prepara para el gran estallido.
Si continúa la sofoquina, las noches serán más divertidas. Nos bañaremos en cerveza y nos tiraremos por los parques a reposar la juerga. Vestidos de blanco, nos sentiremos iguales. Por unos días dará igual cuánto tienes en tu cuenta corriente, lo que debes al banco, qué cargo ocupas en la empresa, o si te acaban de despedir…
También vendrán personajes muy ‘vip’, pastosos y poderosos. Les gusta meterse entre la gente jugando al escondite. Pero a nosotros nos da igual. Aquí no hacemos ascos a nadie. En la calle poco importa quién eres, sino qué gracia tienes para bailar, con qué humor te tomas las bromas, si eres capaz de olvidarte por un rato de dónde vienes y a dónde vas.
Sanfermin hipnotiza, si te dejas llevar. La fiesta te integra en una pura anarquía. Una oportunidad de vivir una gran juerga, hacer nuevos amigos, ligar, enrollarte, flipar viendo el encierro, reír sin parar… Ah, y si te ves en la foto o encuentras a algún amigo o amiga entre este mogollón, escríbenos y nos cuentas qué gritaba el musculitos y si al fin logró volar.