La música es el corazón de la fiesta. La música sin apellidos. La música que nos lleva a cualquier lugar del planeta en unos segundos. Estos días en Pamplona suena un caleidoscopio de ritmos. Sanfermin es un baila que te baila. Serenos, con puntillo o borrachos, los fiesteros se mueven calle arriba calle abajo. Te dejas perder un rato entre las estrechas callejuelas de la parte vieja y no tardas en escuchar el estruendo de unos bombos, la melodía de unos txistus, la canción del verano, el ancestral ritmo de la txalaparta, aquí un saxofón, allá una batukada… Un precioso caos en armónica anarquía.
La ciudad rezuma música, la espontánea y la organizada. Un programa de más de 450 conciertos ofrece a los fiesteros la posibilidad de disfrutar gratuitamente del arte que con más velocidad nos hace sentirnos juntos, que somos parecidos, que en el fondo hay pocas diferencias. Porque, si algo hace singular a los Sanfermines, es este sentimiento de hermanarse con el de al lado, que viste más o menos como tú, que quiere divertirse y por tanto saca lo mejor para compartir. Te arrimas al que tengas a tu lado aunque no lo conozcas de nada, le agarras por el hombro, haces lo mismo con el otro brazo, así, en cadeneta, y cuando ya te sientes parte del conjunto, te dejas mover por la música que suene procurando ir más o menos al unísono.
Mucho sabe de ello el músico bilbaíno, y del mundo, Kepa Junkera. Recorre el planeta con su trikitixa, una pequeña acordeón tradicional vasca que desde hace más de un siglo chorrea alegría en las plazas de los pueblos. Con ella ha contado sus historias en Tokio, Estambul, Nueva York, Buenos Aires, París, Estocolmo… y una interminable lista de ciudades que se han rendido al encanto de este instrumento ‘aviva fueguitos’. Con ella también ha embrujado a músicos de los más variados estilos, Luz Casal, Carmen París, Antonio Carmona, Aran Malikian, Dulce Pontes, Carlos Núñez, The Chieftains, sólo por citar los más conocidos.
Este año Kepa Junkera ha traído a Pamplona un proyecto muy especial con el que quiere seguir comunicando su pasión por la trikitixa tal y como él la entiende. Cantar, bailar, tocar. Un todo en uno. Nos lo explicaba el propio Kepa Junkera unas horas antes del concierto: “Así es como yo entiendo la trikitixa. Así me lo han transmitido los que me han precedido. Voy a presentar algo nuevo”. Él ha aprendido con aquellos juglares, trikitalaris que iban de pueblo en pueblo alegrando la vida a sus gentes.
Nuestros abuelos suelen contar que cuando eran jóvenes, en el pueblo, ansiaban la llegada de las tardes de domingo para salir a la plaza a bailar y a cantar al ritmo de una trikitixa, beber algún vaso de vino (si es que tenían dinero) y tal vez rozarse, lo cual no era nada fácil, entre jota y jota, con quien le hubieras echado el ojo. Entonces no había Whatsapp, ni Spotify, ni Facebook… y su entretenimiento básico era la música en directo. Por eso, ha incorporado a su proyecto a un grupo de ‘sorginak’ (brujas) veinteañeras que cantan, tocan las panderetas, bailan y transforman el escenario en una marmita de felicidad.
Siete mujeres vascas y Kepa Junkera avivando el fuego con su trikitixa. Amets Ormaetxea, Alaitz Escudero, Leire Etxezarreta, Irati Gutiérrez, Garazi Otaegui, María Lasa y Alaitz Aulestia: pandereta, voz, baile y percusiones. Actuaron dentro del programa Euskal Musika (música vasca), en el parque de la Taconera. Derrocharon kilos de alegría. El público coreaba las canciones, todas preciosas, de las que cantaban nuestros padres, abuelos y de ahí para atrás. Un concierto de lujo abarrotado de gente que terminó, como suele ser habitual, con todo el mundo bailando.
En su Twitter, el músico lo resume así: “Ayer súper a gusto, eskerrik asko Iruña¡¡¡ Ahora a preparar Lugo, Torralba de Calatrava y Zamora… Vienen días maravillosos… cada día me gusta más tocar y compartir la música con tantos amigos”. Si os pilla un concierto en vuestra ciudad o de vacaciones, no os lo perdáis. El próximo es el 17 de julio en el Museo Guggenheim de Bilbao, en la gala del 150 aniversario de Cruz Roja. Le siguen El Vendrell, San Joan de les Abadesses, Isaba, Alp. Pinchad aquí para haceros una idea de lo que mueven estas brujitas…
Fotos: © Javier Martínez de la Puente