Kurt Davies (en la foto) lleva desde enero viajando por el mundo. Tras graduarse en la universidad, salió de su paradisíaca tierra a la aventura. Este neozelandés de 22 años ha recorrido 25 países y no ha querido perderse Sanfermin. Ha dormido unas horas en un parque, se ha vestido de blanco riguroso y luego se ha ido a correr el encierro.
La experiencia ha sido, reconoce, lo más increíble que ha hecho en su vida. Pero una cornada que ha visto a un palmo de sus narices le ha quitado las ganas de volver a correr.
Y es que hoy el encierro nos ha dejado imágenes insólitas y varios heridos por asta de toro. El más grave, un estadounidense de 20 años que corría en la Cuesta de Santo Domingo. Quizás también se estrenaba en el encierro, pero ha tenido peor suerte que Kurt.
Este viernes 10 de julio se cumplió un año de la cogida de otro norteamericano, Bill Hillmann. La suya fue una cornada muy ruidosa porque había escrito un capítulo del libro «Cómo sobrevivir en el encierro». Pero él no se ha rendido como Kurt sino más bien lo contrario: encontró inspiración para su siguiente libro, ya a la venta, «Mozos». Y ha vuelto para correr cada día como hace desde hace 11 años.
Sanfermin embruja a muchos guiris. Caen seducidos por esa combinación de toros y fiesta en la calle. Ayer Kukuxumusu entregaba el Premio al Guiri de este año, el francés Jean Pierre Gonnord. Al acto acudieron varios de los premiados en anteriores ediciones y amigos suyos. Como el inglés Frank Taylor, campeón de natación, que ha preferido venir a Sanfermin en lugar de competir con otros ‘delfines’ como él en Rusia.
¿Qué encuentran los guiris aquí? La noruega Maggie viene desde hace treinta años sin interrupción. Viene a ver toros y a bailar. Dice que en su país no hay lugares donde se pueda bailar a cierta edad. Y le fascina que estos días en Pamplona bailemos a todas horas, en todas partes, jóvenes y mayores. Viéndola moverse cuesta creer que esta nórdica, funcionaria de Educación especializada en políticas sociales, criada en Nueva York, de madre bailarina, apasionada por el flamenco, sólo pueda bailar a su aire estos días.
A la rusa Anna Nelubova, Guiri 2014, no la veo bailar, pero me cuenta que los toros le cambiaron la vida. Vive entre Moscú y Málaga, intentando atrapar la belleza de esos bichos con sus pinceles y con la cámara de fotos. Cuando el Ballet Ruso está de gira por España, ella lo acompaña como fotógrafa y también ayudante. En vez de vestir al torero, como hacen los mozos de espadas, ella asiste a los bailarines con su indumentaria.
Toros y baile. Los guiris andan embrujados estos días por nuestras calles. Observan fascinados nuestras costumbres ancestrales. Algunos se pillan unas cogorzas monumentales. Otros deambulan sonrientes con cara de «no me lo puedo creer». Si los ves saltando con las peñas, a lo mejor el hechizo ha hecho su efecto y el año que viene volverán.
Sin ellos Sanfermin no sería lo mismo. Nos han abierto los ojos y el corazón. Por eso en Kukuxumusu les dedicamos un merecido premio. Porque los queremos mucho.