Las fotografías del encierro tienen magia. En dos o tres minutos de carrera pasa de todo. Caídas. Miradas. Pisotones. Saltos. Gestos. Agarres. Empujones. Sustos… Hay momentos en que toros y corredores fluyen en un poderoso río de vida haciéndose sitio para desembocar en un mar de arena, la plaza. Lo cuenta esta imagen tomada por Juantxo Erce del día 8.
Podría ser una imagen típica del encierro sin más, si no fuera por las dos cámaras que se han colado de estranjis. ¿Las ves? Ahí están, desafiando la prohibición, dos supuestos corredores que no se han enterado de que les puede caer una buena multa por esa idiotez.
¿Cómo te concentras con una cámara en la mano? ¿Has pensado en tus compañeros de carrera? ¿Sabes que el bicho al que estás inmortalizando es un manso y no es un toro? ¿De qué guindo te has caído, chaval?
Correr el encierro no es ninguna tontería, aunque algunos, bastante pardillos, se lo tomen a la ligera. Requiere preparación, conocer bien el recorrido, saber qué hacer en cada momento, respetar las normas, contar con el apoyo de los más experimentados…
Esta mañana del día 9, antes del callejón, un corredor ha cogido al toro por un cuerno poniendo en peligro su vida y la de los otros corredores. Ha conseguido la deseada foto, él, todo bravo, con el cuerno en la mano, en primer plano, todo ufano, pero el toro lo ha dejado por los suelos.
“Cuando tocas un cuerno de toro sientes una mierda”, me decía Miguel Araiz, ‘Rastrojo’, el veterano de los pastores del encierro de Pamplona. Explicaba con esa frase tan simple la impotencia y el respeto que genera estar tan cerca de semejante bicharraco.
Para hacernos una ligera idea de la potencia de un cuerno, mide unos 80 cm., a veces más, y cuando el pitón entra en el cuerpo lo hace retirando los tejidos como un bisturí y cogiendo sólo carne. Entonces, ¿por qué demonios te empeñas en coger al toro por los cuernos?