Empapado por babas de toro

Hace 20 años el trabajo del fotógrafo era muy diferente. Empezando por las pautas laborales hasta la misma cámara, la cual era analógica y la economización de disparos era obligatoria: solo 36 imágenes. Iosu Pezonaga lidió con estas dificultades para lograr la fotografía de la que ahora habla con orgullo.

La imagen fue tomada desde el mismo suelo del interior del vallado, concretamente en el tramo de Telefónica. Todo ocurrió el último día de los Sanfermines 1996.  Tal y como relata Iosu «el toro, de la Ganadería del Marqués de Domecq, llegó rezagado tras caerse en Estafeta y desorientado comenzó a embestir a todo lo que se movía». En comparación con la gran rapidez de los encierros de los últimos años, este fue largo 4’ 28”, con un balance de 1 herido por asta de toro.

Gracias al blanco y negro que la inunda, la imagen está teñida por un dramatismo que se suma a la misma situación que refleja: el momento en el que un mozo se salva de una cornada segura. Sin duda, la mayor atracción recae en el animal que metiendo la mitad de su cabeza por el vallado, empapa a su perseguido con su baba.

Iosu Pezonaga no duda al afirmar que para conseguir fotografías como estas hace falta «un poco de experiencia, un poco de técnica y un mucho de suerte». Captar tales momentos tiene tintes de heroismo inesperado, ya que es prácticamente imprevisible. «Justo había saltado hacia el interior del vallado para poder tomar imágenes a la altura del suelo, cuando apareció este «Marqués de Domecq” persiguiendo al mozo que aparece en la imagen», narra Pezonaga.