Hoy comenzamos esta serie recordando una de las historias o anécdotas más valerosas de las que conocemos sobre encierro. La característica principal es que los hechos que recordamos hoy se gestaron sobre todo fuera del recorrido, más allá del vallado. Nos vamos hasta el 8 de julio de 1977 cuando se formó un montón de corredores en la entrada de la plaza de toros, en pleno callejón. Allí perdió la vida el joven Joaquín Esparza Sarasíbar y resultaron heridas numerosas personas por aplastamiento y cornadas. Entre los heridos por asta de toro se encontraba el médico y anestesista inglés Francis McGuinness que recibió una cornada de 10 centímetros en la zona escrotal.
Es fácil imaginar el follón del momento en la enfermería de la plaza de toros de Pamplona, donde se dirigió herido por asta de toro nuestro protagonista. El equipo médico del doctor Armendáriz quiso atenderle porque sangraba pero, ante la situación que se encontró McGuinness, él se negó rotundamente advirtiendo que primero debían sanar a los heridos urgentes. Según informa la agencia Logos, no sólo se negó a ser atendido sino que se puso a echar una mano aprovechando su formación médica. Más tarde, permitió que le curaran a él “pero alegando de nuevo que había que considerar primero a los más necesitados”, apunta Logos. Finalmente, pasaron 100 heridos por la enfermería de la plaza y creemos que el valor y la solidaridad de Francis McGuinness debe recordarse.