7 de julio de 2013. Se estaba acabando el encierro, todo el mundo miraba a Deseadito, el toro marrón de Alcurrucén que perdonó muchas vidas al no embestir contra mozos en clara desventaja. Deseadito se fue y todos los que lo rodeaban intentaron entrar a la plaza tras el. Algunos se vinieron al suelo y se creó un montón que terminó implicando a más de doscientas personas y que taponó el callejón. Faltaban los mansos de cola y varios agentes de Policía Foral se echaron al recorrido para solucionar en follón y auxiliar a quienes lo necesitaban. Los cabestros llegaron, pasaron como pudieron y no hubo heridos, ni noticia. Las imágenes son de José Luis de Andrés e Ignacio Rubio.
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