Los guardianes del encierro

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A las 6 de la mañana comienza la jornada de los pastores. Son los guardianes del encierro, los responsables de conducir a los toros hasta la plaza. Su misión es de una gran responsabilidad: ver venir a los toros, anticiparse a sus movimientos, y si no cogen la dirección correcta, enderezarlos. Su trabajo es crucial para evitar cornadas. Pero como no son dioses, eso no siempre sucede.

Los pastores forman un auténtico clan: once hombres (hasta ahora no ha habido mujeres) en excelente forma física que nunca fallan, ¡nunca! Si alguno se indispone, toma el medicamento que sea con tal de estar en su puesto. Cada cien metros se relevan con el fin de cubrir los 850 metros de recorrido del encierro.

Este equipazo se ocupa de los toros durante todo el día: en el encierro, en las vaquillas posteriores, en la corrida de toros, cuando la carne es desollada, en el encierrillo… De las 6 a las 10.30 de la noche. Cogen el relevo a los mayorales, que son quienes cuidan a las reses hasta que llegan los pastores.

Cada día de los safermines, a eso de las 10 de la noche, los once bajan a los Corrales del Gas, el ‘hotel’ donde los astados pasan sus últimos días de vida, y los trasladan hasta otro corral, más pequeño, situado a escasos metros del inicio de la Cuesta de Santo Domingo desde donde sale la carrera. En un silencio sepulcral, sin apenas luz, los seis morlacos suben con los pastores hasta el campamento base. Se trata del encierrillo, un ritual que se repite a diario y que lo siguen cientos de personas. Uno de esos momentos mágicos de la fiesta.

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Fran Itarte cumple este año su 31 encierro pastoreando, el segundo más veterano de este peculiar clan. Se le encienden sus ojos azules cuando explica lo que siente ahí dentro, en el vientre del encierro. Empezó corriendo, a los 15 años, y a los 18 ya lo ficharon como pastor. Su primer día estrenó zapatillas, se retrasó un poco y los municipales no le querían dejar entrar. Nació en Peralta, un pueblo de la Ribera de Navarra, pero reside en Pamplona desde hace mucho. Regenta una pescadería donde también derrocha simpatía y buen humor.

Como cada día, tras el encierro se reúnen los once con algunos familiares y amigos para almorzar en la cafetería Chez Belagua de la calle Estafeta. Sus anfitriones los tratan a papo de rey. Disfrutan de un rato de relax después de la tensión. Quedo allí con Fran para charlar un rato y tratar de exprimir unas gotas de esa pasión que tanto les mueve.

¿Has soñado alguna vez con toros?
Muchas veces, pero hoy en concreto me he pasado toda la noche en el encierro. Les gritaba a unos mozos “echaos en la alcantarilla, que los toros van a pasar encima”.

¿Cómo has visto a los toros de hoy, los Torrestrella?
Esta es una ganadería que me gusta mucho y hoy había tres burracos que me han encantado. Tienen el pelo blanco y negro chorreado. Se llaman burracos como unos pájaros de Andalucía que tienen esas tonalidades. Quizás viene de “urraca”. Aunque mis preferidos son los salineros, que son de fondo blanco chorreado colorado, como si le hubieran echado encima un cubo de pintura roja.

¿A qué hora te acostaste ayer?
Solemos terminar el día cenando todos juntos y nos retiramos pronto a dormir.

¿Y si un día te pones enfermo?
Imposible, nosotros no podemos fallar ninguno. Hemos corrido con todo tipo de roturas y malestares. Las ampollas de Nolotil nos han salvado de muchas.

Vuestro uniforme es una camiseta verde y un pantalón azul. ¿Qué representa el color verde?
Yo suelo decir que vamos de jardineros, como todos los trabajadores del Ayuntamiento de Pamplona. No se lo pensaron mucho a la hora de uniformarnos.

Vosotros que conocéis tan bien a los toros, ¿cómo pueden coger tanta velocidad con lo grandes y pesados que son?
Los movimientos del toro en reposo parecen torpes porque gastan lo mínimo. Pero cuando empiezan, son eléctricos, explosivos, se ponen a 100 en milésimas de segundo. Además, el toro de lidia ha ido mejorando genéticamente, lo cual le aporta más potencia.

En la distancia corta, ¿qué envergadura tienen los cuernos?
Pueden medir 80 cm. o más, pero la sensación es mucho mayor por su forma. Conozco a una veterinaria de la Universidad de León que está haciendo una tesis doctoral sobre los cuernos de los toros. Los miden desde todos los ángulos.

¿Y cómo es la sensación de tocar un cuerno?
Al tocarlo te sientes una mierda, es un sentimiento de impotencia. Y ya cuando te coge te sientes ridículo, como si te pegaran un gran mazazo. Yo he recibido unas cuantas cornadas, hablo por experiencia. Sin embargo, la morfología del cuerno hace que cuando el pitón penetra el cuerpo va como retirando los tejidos y lo que más suele herir es la carne. Eso me lo explicó el cirujano jefe de la plaza de Jerez de la Frontera, en Cádiz.

¿Cómo es la piel de toro al tacto?
Dura, parecida al cuero, preciosa.

¿No te da pena ver morir por la tarde a los toros con los que corréis?
Sí, nos da duelo a nosotros, los pastores, a los mayorales y a los ganaderos. Porque a todos nos gustan mucho los toros.

A los Miura los rodea una cierta mística. ¿Coincide con la realidad?
Desde luego. Son los toros más diferentes y raros de todos. Su comportamiento es gregario, van siempre juntos, pero si en los corrales se empeñan en algo, por ejemplo, que no pasan por una puerta, ya te puedes quedar todo el día esperando que no pasarán. Uno de ellos saltó una vez una tapia de tres metros y quedó encajonado en una tronera. Suelen tener reacciones atípicas, de ahí su peligrosidad. Procede de una raza que se cría en el campo desde hace más 170 años, yo diría que viven asilvestrados.

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En el transcurso de los 31 años que llevas pastoreando el encierro, ¿notas cambios entre los corredores?
Ha cambiado sobre todo la nacionalidad de los corredores y ha aumentado el número de los que corren por primera vez, que supone la mitad de todos ellos. Bueno, en realidad el encierro lo corren 50 personas, el resto, hasta 4.000, es relleno.

Entre esos 50, ¿hay alguno en especial?
Muchos, y son portentos físicamente, como Dani Oteiza y Fermín Barón. Para aguantar 150 metros de carrera rozando los pitones de los toros, lo máximo que puedes, necesitas mucha fuerza.

¿Recuerdas algún toro que te llamara mucho la atención?
El más grande, un Dolores Aguirre; pero también recuerdo un Miura de 701 kg., llamado Caramelo: me puso el ojo encima y a me pareció tan grande como el de una lavadora. Tuve su cara encima, impresionante.

¿Vosotros corréis tanto riesgo como los corredores?
Arriesgamos tanto como los que se ponen cerca o incluso más, porque estamos mucho tiempo entre toros.

¿Qué cualidades consideras esenciales en un pastor de toros?
Sangre fría, templanza y serenidad pase lo que pase.

¿En qué te fijas para saber qué movimientos harán?
Les miro a los ojos, como a los caballos, porque su mirada me dice mucho.

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Dejo que Fran se tome el café tranquilo. Nada más empezar la conversación me había propuesto hablar con el ‘capitán’ de los pastores, Miguel Araiz, también conocido como ‘Rastrojo’ por su baja estatura y complexión corpulenta. “Lo van a estudiar cuando se muera para ver qué motor lleva dentro. Tiene 63 años y es el único de nosotros que corre todo el recorrido, desde Santo Domingo hasta la Plaza de Toros”, me adelanta Fran. Me acerco a la esquina de la mesa donde se sienta. Su sonriente cara bronceada trasluce bienestar.

¿Cómo consigues esa excelente forma física?
Yo creo que son las ensaladas, de verdad. Soy de Caparroso, allí crío todo tipo de verduras en mis invernaderos, y en casa comemos mucho verde, sobre todo, ensaladas del tiempo. La buena salud se la debo en parte a mi mujer, que prepara comida casera de mucha calidad, cocinada al fuego. Eso es un lujo.

Pero, ¿eres vegetariano?
No, como de todo, pero las ensaladas son fundamentales en mi dieta.

¿Practicas algún deporte a diario?
Paso el día en el campo, trabajando, y hago mucho ejercicio. A partir de enero suelo salir a correr unos ocho kilómetros varias veces por semana, y cuanto más calor hace más a gusto corro.

¿Y algún secreto más que te mantiene como un chaval?
Mis padres vivieron más de 90 años y con bastante salud, así que la genética influye. Y nunca he fumado ni bebo alcohol, sólo en raras ocasiones.

¿Cómo empezaste en este oficio?
Me he criado entre vacas y mi padre era pastor de ovejas. La primera vez que corrí con unas vaquillas estrenaba una camisa y en una embestida se me rompió en jirones. Temí que mi madre se enfadaría mucho pero, para mi sorpresa, me dijo: “Ya te compraré otra”. Empecé a los 16 años, con Ángel Macua, en Mendigorría. Con el tiempo un día me dijeron: “tienes que subir a Pamplona de pastor”. Era mi mayor ilusión. Me estrené con 20 años.

¿Todos los encierros son diferentes?
Para mí todos son iguales. Lo malo es cuando un toro se despista. Pero el toro es más noble que las personas: si no te metes con él, no te hace nada. Viven cuatro años como un rey y mueren como gladiadores.

¿Has recibido alguna cornada?
Llevo cinco cornadas, pero es normal. Si no te han corneado alguna vez es que no te has arrimado mucho a los toros. He tenido mucha suerte con los médicos que me han tratado, en Zaragoza me cuidaron genial, y también en Pamplona, donde los cirujanos son excepcionales.

¿Sufres cuando los matan?
La muerte del toro es la parte que menos nos gusta a todos. Quizás un día eso cambie y ocurra como en Francia, que los torean pero no los matan.

¿Te gustan las corridas de toros?
Sí, y como tenemos relación con los toreros, los acabamos conociendo a casi todos. Pero en Pamplona, y entre nosotros los pastores en particular, se le quiere mucho a Padilla. Para mí, al margen de su faceta artística, lo que me gusta de Padilla es su bondad, lo gran persona que es, yo diría que es un diez. Vuelve estos Sanfermines y será un placer verlo torear y pasar un rato con él.

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Quien organiza a los pastores es Jesús Merino, pero después de él tú eres la autoridad del clan: ¿qué cualidades valoran más en ellos?
Sobre todo, que sean buenas personas, buenos compañeros, respetuosos con las reglas. Aquí no hay amiguismo. Procuro que todos seamos iguales. No puede haber gallos, porque arriesgamos mucho cada día. En realidad, te juegas la vida por nada.

¿Qué se requiere para correr bien el encierro?
No beber, estar en buena forma física, preverlo de antemano (no como un gesto espontáneo), respetar las normas y echarle suficiente valor.

¿Sueles llevar contigo en el encierro algún amuleto que te proteja?
Nada. Hay que usar la cabeza y pensar antes de hacer. No me altero por nada, cuando me enfado me pongo muy serio, pero siempre desde la templanza.

¿Has pensado en jubilarte pronto? ¿Qué te llevarás de todos estos años de pastoreo en los Sanfermines de Pamplona?
En algún momento tendré que plantearme dejarlo, sí, me encuentro muy bien pero los años no te los puedes quitar. Y me quedaré con toda la gente maravillosa y de todas partes, a la que he conocido en todos estos años.

Nos despedimos. La calle Estafeta ya ha sido limpiada. Ya huele mejor. Se acerca el mediodía. Las mañanas sanfermineras las protagonizan los niños, sus padres, la gente mayor… Los trajes inmaculados devuelven la luz a la fiesta. Mientras, el turno de noche repone fuerzas para la siguiente marcha. Un disfrute sin fin.

Fotos: Javier Martínez de la Puente