“Este año veré la fiesta de Sanfermin con el ojo de los expertos”

Nació en París pero no se siente un parisino al uso. Ha echado raíces en el Pirineo, en un pequeño pueblo de Béarn muy conocido por sus exquisitos vinos blancos, Jurançon, a pocos kilómetros de la histórica ciudad francesa de Pau, a los pies de los Pirineos. Desde allí se divisa, en días despejados, Navarra, la cima del Anie, y Aragón.

Jean Pierre Gonnord se ríe mucho, habla perfecto castellano e incluso se defiende en Euskara. Estudió un master en la Universidad Pública de Navarra y desde entonces está muy ligado a Pamplona. “En Pamplona he pasado hasta dos Nocheviejas, las mejores de mi vida. En una iba disfrazado de Pitufo”, nos cuenta mientras paseamos por las cuidadas calles de Pau, cuna del rey Albret y durante  mucho tiempo sede del Palacio de Navarra.

¿Recuerdas tus primeros Sanfermines? Sí, claro. Dormía en la pradera de la universidad, porque allí había agua, los coches estaban vigilados…

¿Qué sueles hacer en las fiestas? Paso dos noches como máximo, porque al día siguiente trabajo. Conforme pasan los años, más quiero hacer vida de día y menos de noche. Intento evitar el fin de semana, sobre todo el día 13, porque está lleno gabachos (franceses).

¿Tienes alguna costumbre en particular? Me gusta aguantar toda la noche y luego ir a un bar, desayunar tortilla, zumito… y ver el encierro por la tele.

Entonces, ¿no sueles correr el encierro? ¡No! Soy muy pragmático. No me atrevo a correr el encierro, me gusta verlo, y sentir toda esa tensión… ¡Oh mierda, mi pantalón blanco!, ¿tenemos servilleta?

¿Qué te motiva a venir a Sanfermin cada año? El ambiente, esa sensación de que todos somos iguales, vestidos de blanco y rojo… El traje hace que no haya clases. Y también me gusta que, aunque no quedes con tus amigos, te acabas encontrando con ellos o conoces a gente nueva.

¿Sueles ir a las corridas de toros? En Pamplona no he ido nunca, aunque me gustan mucho. De hecho, la foto que llevo en la pantalla del teléfono la hice en una corrida que vi en Dax en septiembre. En esa plaza de toros he estado sólo en dos conciertos, con Estopa y con El Canto del Loco.

¿Te gusta algún bar en concreto durante esos días? Me encanta ir al bar del Caballo Blanco, junto a las murallas, y al Mesón de la Navarrería, ese que está al lado del Obelisco (risas).

¿Obelisco? ¿Te refieres a la fuente de Santa Cecilia? Sí, esa.

¿Sueles bener kalimotxo? Antes sí, pero ahora voy a cervezas, porque el vino que ponen en los kalimotxos no es muy bueno. También me gusta Cacique con limón, y algo de patxarán.

¿Y eres de los que bailas mucho en Sanfermin? Sí, sí, me gusta mucho bailar.

Entonces, ¿sabes bailar? Bueno, llevo años aprendiendo a bailar salsa. Empecé en Zaragoza, en mi época de estudiante, con compañeros latinos. Probé y me gustó. El merengue es muy fácil, aunque para el chico no tanto porque es el que ‘manda’ en el baile. Y a mi mujer la conocí bailando salsa.

Cuéntanos cómo fue eso. Fui en un congreso de salsa que se celebró en Bermeo, Vizcaya. Ella venía de Polonia y yo de Francia. Pero ella baila mucho mejor que yo. Siempre que podemos vamos a bailar salsa a Pau, aquí hay mucha afición.

Descríbenos tu traje de fiesta. Suelo llevar polo más que camiseta, y unas zapatillas viejas para tirarlas al final de la noche. Y el pañuelo… llevo un tiempo con uno muy viejo, que tiene casi 50 años, y que era de mi madre o de mi abuelo.

Entonces, ¿tu madre ya solía venir a Sanfermin? Ella sí, y mi abuelo quizás también, porque era de origen vasco. Desde pequeño escuché hablar de los Sanfermines en mi casa.

Si tuvieras que explicar a alguien qué son los Sanfermines, ¿qué le dirías? Es una fiesta muy grande, muy libre, en la que hay unas normas mínimas, debes vestir de blanco, eso sí, y si no vas con amigos acabarás haciéndolos. Eso sí, puede hacer frío por la noche.

¿Cómo te sentiste cuando te comunicaron que eras el Guiri del Año? ¿Conocías esa palabra? Sí, claro. Tengo mucho cariño a Kukuxumusu. Antes de conocer en México a Mikel Urmeneta y a Koldo Aiestaran, dos de sus fundadores, ya tenía varias camisetas de la marca y  una mascota… Estoy muy contento. Voy a ver la fiesta de otra manera, con el ojo de los expertos.

¿Te quedan amigos de aquella época de estudiante en Pamplona? Uno de mis mejores amigos es navarro, de la Ribera. Y además por cuestiones de trabajo viajo a menudo a Pamplona, y también al sur de Navarra. La verdad es que en estas tierras me siento muy bien, como en casa, mejor que en muchos sitios de Francia. Somos muy parecidos culturalmente. Navarra me gusta mucho.

¿Cómo aprendiste Euskara? En Pamplona compartí piso con tres vascas, dos de ellas de Leiza, y no me quedó otro remedio que aprenderlo. Incluso estudié un tiempo en Arturo Campión.

¿No hay tanta diferencia a un lado y otro del Pirineo? ¡Para nada! Ha sido más tiempo el mismo reino que separado. Si vas por Lapurdi, Bidasoa… no ves fronteras, somos muy parecidos. Y el Euskara  que se habla en Navarra y en Lapurdi es muy similar. Yo no veo la frontera.

A sus 35 años, Jean Pierre Gonnord ha creado un negocio innovador de venta de carne de alta calidad por Internet, Ma Bonne Viande. Desde su base de operaciones, en Jurançon, sirve carne a un selecto grupo de cocineros y grandes chefs de Francia. Buena parte del producto lo adquiere en Aragón y en Navarra, de ahí que siga cruzando los pirineos muy a menudo en busca del mejor género para poner en la mesa.

Tú que sabes tanto de carne, ¿cuál es tu preferida? Depende, tengo temporadas. Ahora he descubierto el cochinillo lacado, preparado al estilo chino, me parece delicioso. Le quitan los huesos, la piel queda muy crujiente, y le ponen algo de salsa de soja suave. Es lo mejor. También me gusta mucho compartir una gran pieza de carne con mucha gente.

¿Y comerás carne de toro en Sanfermin? Si encuentro un sitio donde la preparen bien y pueda fiarme, desde luego, me gusta mucho.

Para terminar, dinos cuál es tu bicho favorito. El gato. Toda la vida he tenido gatos, bueno gatas. Ahora tengo una gata callejera, que son las mejores. Se llama Croquette, tiene siete y ocho años, y le dejamos la habitación de invitados sólo para ella.