Despistado y con un toro pisándole los talones

Cada cual corre el encierro como quiere. Unos se lo toman muy en serio y otros lo afrontan más a la ligera, hasta con ciertas dosis de temeridad, sin ser, quizá, suficientemente conscientes de lo que viene por detrás.

Esta mañana, en el encierro de Miura, un corredor ha atravesado la plaza del ayuntamiento con los brazos en alto, saludando como si de un campeón deportivo se tratara, con un trote no demasiado veloz y totalmente ajeno al toro que le seguía a no demasiada distancia. Al final de la plaza el Miura le ha rozado la cadera, momento en el que, quizá, el joven se ha percatado de que se había salvado de una cornada por unos centímetros.

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