Adrenalina y sangre en el callejón

A veces, las fotos del Encierro son un poco, o un mucho, fuertes. Como ésta que ha elegido José Antonio Pérez Gómez, otro de nuestra cuadrilla de fotógrafos de Sanfermin.com. Y curiosamente, el toro retratado es Ermitaño, el mismo Miura que ese día quiso embestir a otro de nuestros fotógrafos, Javier Ibáñez.

José Antonio Pérez estaba situado en el poste 4 ó 5 del lado izquierdo del vallado, a la entrada del callejón, un lado al que no quiere ir nadie porque los toros, habitualmente, pasan por el derecho.

El toro de la imagen, de nombre Ermitaño y de la ganadería Miura –una de las más temidas–, andaba suelto y despistado tras haber creado peligro por el final de la calle Estafeta, donde se había dado la vuelta varias veces.

El mozo que aparece corneado es un habitual del encierro, y estaba esperando a Ermitaño para citarlo y conducirlo hacia la plaza, como hacen los corredores experimentados. Hasta ahí todo normal. Este fotógrafo no olvida detalle de aquellos momentos, y todavía hoy, al contarlo, se le sube la adrenalina:

“De repente, el toro arrancó, ante la sorpresa del corredor, y en pocos metros lo alcanzó, lo lanzó por los aires delante de las narices del fotógrafo y lo arrastró hasta el portón del callejón, donde lo corneó.

Después de jugar un rato con él, lo lanzó de nuevo hacia la bajada del callejón y lo puso justo debajo del poste donde yo estaba cual palomo. Allí, lo zarandeó de lo lindo, lo puso boca arriba, boca abajo… en todas las posiciones. Como ya lo había corneado antes en el cuello, al quedar boca abajo la sangre se derramó por la cara, y por eso la foto resulta tan dramática.

El policía foral que estaba a mi lado y yo estábamos tan petrificados que ni siquiera nos percatamos del peligro que corríamos encaramados al vallado, con este morlaco a escaso dos metros.

La mano que se ve en la imagen es de un voluntario de Cruz Roja que intentaba, poniéndose en peligro, coger al corredor herido para meterlo detrás del vallado. Después de cornearlo otra vez en el muslo y dejarlo en calzoncillos, el resto de mozos logró que lo dejara en paz y Ermitaño continuó su camino hasta los corrales.

Cuando entré en la redacción de Sanfermin.com parecía que estaba drogado de la adrenalina que solté, y temblaba más que un flan”.

  • La foto es del domingo 12 de julio de 2009.

 

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